lunes, 6 de agosto de 2012

Cerrar los ojos y lanzarse al vacío

Observó el paisaje que lo rodeaba. En algún lugar no muy lejos de ahí, cientos de soldados se congregaban listos para iniciar la batalla.
Su objetivo no era el pelotón, sino el comandante que debía de estar ocultándose a distancia prudente de sus liderados. Ese hombre, eximio luchador y experto esgrimista, era la pieza fundamental del enfrentamiento: si caía, todo quedaría en la nada...
Él debía hacerlo caer. Él tenía la misión de arrancarle la vida sin miramientos ni dudas. Debía cerrar los ojos y lanzarse al vacío, allí donde la adrenalina de la persecución y la pelea le harían olvidar que se convertiría en asesino y nadie le libraría jamás de aquella culpa.
Tomó aire y se impulsó con fuerza... La carrera comenzaba. Pronto el resultado sería evidente.

3 comentarios :

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