Gracias por existir...

Levantó su mirada y observó el cielo de un tono turquesa imposible.

Alguien, en algún lugar del Universo, jugaba a dibujar el mundo con una paleta de colores muy vívidos y sentidos.

Respiró profundo y en su rostro una sonrisa brillante se dibujó con facilidad, mientras recordaba la razón por la cual estaba en aquel auto, viajando por una ruta abandonada, donde el paisaje resultaba mágico y parecía que la naturaleza se mostraba en su máxima belleza tan sólo porque él iba de camino por allí.

Había soñado con ella durante tanto tiempo, que pensar en la proximidad del encuentro se le antojaba increíble. Pero al fin había dado con su rastro, luego de meses infinitos de búsquedas infructuosas.

Ahora, ella estaría seguramente caminando junto al arroyo que mil veces había visto él en sus visiones oníricas, no esperaría su llegada, y sin embargo, él acudiría a su encuentro como buen príncipe de cuento de hadas.

En su mano llevaría una rosa blanca y sus ojos gritarían en silencio el amor que le guardaba. Ella no podría evitar enamorarse de ese hombre que la amaba con locura sin comprender la magia que los había unido tiempo atrás.

Y se abrazarían entonces, fusionándose en un beso eterno.

Y al caer la noche, él susurraría a su oído:

“Gracias por existir…”

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Relato escrito con música de fondo... Gracias por Existir, versión de Sergio Dalma.